jueves, 7 de junio de 2012


Es el mejor que regalo que puedo hacerme. Escribirte. Revestir de palabras la sinuosidad de tu figura. Estremecer pensando que acariciarán tus oídos. Coreografiarán al ritmo de la danza de tus pestañas. Desintegrarán las ganas de poseer tu aliento. Y asediarán la calidez de tus labios.
Dóciles, sumisas a mi deseo, pasearán en manada, trazando escalofríos en tu expectante silueta.  Instintivas. Pactadas. Trabajarán a mi antojo para el deleite egoísta que supone que las estés esperando.

G. 

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