Es el mejor que regalo que puedo
hacerme. Escribirte. Revestir de palabras la sinuosidad de tu figura.
Estremecer pensando que acariciarán tus oídos. Coreografiarán al ritmo de la danza de tus pestañas. Desintegrarán las
ganas de poseer tu aliento. Y asediarán la calidez de tus labios.
Dóciles, sumisas a mi deseo,
pasearán en manada, trazando escalofríos en tu expectante silueta. Instintivas. Pactadas. Trabajarán a mi antojo
para el deleite egoísta que supone que las estés esperando.
G.
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