viernes, 25 de mayo de 2012


-Oye.
-Dime.
-¿Tú con cuanta frecuencia dices te quiero a alguien?
-No sabría decirte. ¿Por qué me haces esa pregunta?
-No, por nada. Porque tengo la reforzada creencia de que las palabras trascendentales se agotan.
-¿Cómo? Eso es imposible.
-Sí, mira. En la propia jerarquía de la palabra reside el grado de extinción. Y querer alcanza el escalafón más alto. Por tanto, si la utilizas en cualquier contexto, de manera continuada, cuando tengas una verdadera ocasión para utilizarla habrás consumido toda posibilidad de significación.
-¿Y qué pretendes decirme con esto? ¿Que no diga te quiero?
-No, para nada. Lo que quiero decir es que no se lo digas a cualquiera. Hazlo cuando realmente lo sientas. Ahí no debes callarlo. Pero solo cuando no puedas evitar que salga cual torrente de tus labios. Y entonces su significado volverá a florecer hasta hacer cosquillear tu último rincón. Renacerá hasta asediar la estancia.
-Está bien. Tomaré nota.


Monólogos dialogados I.

G.

1 comentario:

  1. Sencillamente genial. Por cierto, inevitablemente, esto me recuerda a los monólogos del comienzo de cada capitulo de Anatomía de Grey...

    ResponderEliminar