-Oye.
-Dime.
-¿Tú con cuanta frecuencia dices te quiero a alguien?
-No sabría decirte. ¿Por qué me haces esa pregunta?
-No, por nada. Porque tengo la reforzada creencia de que las
palabras trascendentales se agotan.
-¿Cómo? Eso es imposible.
-Sí, mira. En la propia jerarquía de la palabra reside el
grado de extinción. Y querer alcanza el escalafón más alto. Por tanto, si la utilizas
en cualquier contexto, de manera continuada, cuando tengas una verdadera
ocasión para utilizarla habrás consumido toda posibilidad de significación.
-¿Y qué pretendes decirme con esto? ¿Que no diga te quiero?
-No, para nada. Lo que quiero decir es que no se lo digas a
cualquiera. Hazlo cuando realmente lo sientas. Ahí no debes callarlo. Pero solo
cuando no puedas evitar que salga cual torrente de tus labios. Y entonces su
significado volverá a florecer hasta hacer cosquillear tu último rincón.
Renacerá hasta asediar la estancia.
-Está bien. Tomaré nota.
Monólogos dialogados I.
G.
Sencillamente genial. Por cierto, inevitablemente, esto me recuerda a los monólogos del comienzo de cada capitulo de Anatomía de Grey...
ResponderEliminar