domingo, 3 de enero de 2010

En busca del abrigo perdido.

En busca del abrigo perdido ( El Periódico Extremadura - 02/01/2010 )

Indignación… única palabra que asocia mi cerebro al recuerdo de lo acontecido la primera noche del año.
La velada transcurría tranquila hasta el momento.
Incesante repiqueteo de tacones, eco de eufóricas carcajadas, entusiasmados abrazos de reencuentro, fluorescentes distintivos ondeantes al compás de la música creando un sutil contraste con la oscuridad del humeante ambiente… Nada fuera de lo común.

Ingenuamente confiados en las medidas de seguridad, encomendamos nuestros abrigos y demás enseres literalmente en manos del servicio del local. Nadie podía ni siquiera augurar lo que más tarde acabaría sucediendo.

7.00 A.m. Alcohol y jóvenes fardando de una mayoría de edad inalcanzable para sus todavía pueriles cerebros… Explosiva suma, que con el añadido de una completa manifestación de ineptitud e incompetencia desmedida determinaron un predecible resultado.
En apenas minutos, el guarda ropero se convirtió en un improvisado campo de batalla. Batalla sin reglas marcadas. La impaciencia y desesperación no tardaron en hacerse presentes. El caos se fue apoderando de la sala y como consecuencia, también de sus cada vez más nerviosos ocupantes que no dudaron en emplear la violencia para zafarse de tal vorágine humana. Gritos, empujones, lágrimas… ¿sangre? Sí. Un fino rastro de rojizo color tiñó la madrugada del viernes.
Sirenas de ambulancias y coches patrulla despertaron a un todavía dormido Cáceres.

No muy convencida de sentarme a esperar el parsimonioso amparo de la justicia opté por escribir estas líneas para calmar mi más que enfurecido, apenado ánimo y limpiar el desagradable regusto que dejó en mi paladar el postre de un menú que hasta el momento había sido bien cocinado.
No es mi intención realizar ninguna crítica, sino hacer un humilde y particular llamamiento a aquellos premeditados oportunistas que no desperdician la ocasión para juguetear con nuestra integridad personal, ya no sólo moral sino física, como si de una simple y barata pelota de calle se tratase.

Tal vez no esté de más recordar ahora unas sabias palabras que componen el lema de un gran amigo: "todo en esta vida pasa por alguna razón". Por mi parte: lección aprendida…sinceramente espero que los que se den por aludidos la hayan aprendido también.


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