Con el corazón en la mano y las cartas sobre la mesa. A punto de malgastar la última trampa entre
mis piernas y apostarlo todo a tus rojos. A mitad de latido. A final de partida.
Doblaría encantada la cantidad para que volvieras a jugarme cada noche. Y a ganarme
hasta reventar al azar de envidia.
Qué adictivo resulta idearte entre
escaleras, amor.
G.
Tan adictivo que perdería esta partida a las cartas.
ResponderEliminar