Que las musas no se marchan. Solo duermen
cuando creen no volar. Se esconden entre impacientes silencios y párpados vacíos,
para descansar de la mirada de indiscretos. Se desvanecen en el sillón con astucia
calculadora.
Y te quedan ahí, esperando entre
cojines, disimulando necesidad. Tan fácil era como acompañarlas en su letargo para
que vuelvan a bailar de tu mano. Para
que en la inspiración seas de nuevo. Para que te acaricien los sueños y te besen
las madrugadas.
Descuenta los días impares que no nos hemos
citado. Ni recitado. Que la felicidad es un té contigo.
G.
Que fácil resulta a veces ser feliz ¿No?
ResponderEliminarMás fácil de lo que solemos pensar. Fíjate, yo soy feliz cuando me lees.
ResponderEliminarG.
No puedo explicar porque (con mucha precision) pero inevitablemente al terminar de leer este hermoso texto, senti la necesidad de relacionarlo con cascabeles. Cascabeles ruidosos y en silencio. Como cuando escribes algo con más que sentimientos y sabes que eres feliz.
ResponderEliminarNo hagas mucho caso a mis incoherencias.
Un beso.