Seamos inverosímiles. Inventemos
una remota casualidad. Juguemos con las yemas de los dedos a trazar una ilusoria
autenticidad. Deslicémonos sobre el alféizar de la incertidumbre. Traspasemos
la linde baldía de la improbabilidad. Paseemos de la mano de nuestros límites. Desdibujemos
las acotaciones de la obligación. Desafiemos a los márgenes de la razón. Apostemos
por la remota posibilidad. Porque sí. Porque puede que no sea tan difícil como
parece. Porque puede que, en realidad, la verosimilitud no sea más que otra
palabra cualquiera. Vacía como tantas. Sobrevalorada como ninguna.
G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario