martes, 22 de marzo de 2011

Dime quién soy.


Giro la llave con sumo cuidado, aún así, no puedo evitar que un estridente rumor anuncie mi llegada. Un relámpago ilumina fugazmente mi morada. Miro el reloj. 1:00 A.m. No me importa. Para mi desgracia, una presente irrelevancia que mañana florecerá en forma de multiplicada pereza.

Unos granizos anunciadores de un cubierto y amenazador mañana, bulliciosos intérpretes de una particular musicalidad nocturna, me acompañan mientras observo las dos enceradas y rojizas cifras encima de la mesa. 20.

-De repente, el eco de una habitación atestada. Ilusión. Una entonación dudosa y unas ligeramente ardientes hebras habían presenciado hace escasas horas mi anual deseo-

Con desdén me aventuro entre las confortables sábanas en busca de un descanso que auguro inminente a pesar de un agotamiento ahora camuflado entre pinceladas de bienestar.

-Redundantes palabras de gratitud, una resignada y reciclada broma y besos, muchos besos-.

Un relajante silencio me invita a desconectar mis sentidos.

-Unas improvisadas cervezas, unas risas e incluso algún que otro bostezo, que aunque delator de un acuciante cansancio, decide por criterio de su dueño esconderse bajo una forzada carcajada-

Es tarde. Me niego a revisar una hora que inquietará mi posiblemente breve periodo de placidez. Cierro los ojos.

-Gracias-

Cierro los ojos. Con fuerza. Los presiono para tatuar esta imagen en mi memoria. Sólo necesito inmortalizar ese momento para cuando no esté cerca.

Está lloviendo.

G.

4 comentarios:

  1. Te odio capullina, no es justo que escribas tan bien... =)

    ResponderEliminar
  2. Yo no te odio, pero coincido con Bea. Te añado a mi lista, ¡nos leemos, guapa!

    ResponderEliminar
  3. Creo que los 20 te sientan fenomenal =)

    ResponderEliminar